Rem Koolhaas, ha dicho alguna vez algo así como “donde no hay arquitectura todo es posible, donde hay arquitectura nada puede hacerse”. Lo construido es un lastre, algo de lo que hay que desprenderse, dado que toda construcción supone el establecer barreras, dado que toda arquitectura hay que entenderla como una censura.
Sin embargo, vivimos bajo la influencia de una arquitectura que en su inmanencia nos hace respetar el pasado, nos hace vivir con normas y códigos heredados
Lo construido obliga a admitir la continuidad con el pasado, una continuidad que tiene que resolverse en términos arquitectónicos. Continuidad que, sin embargo, no siempre se establece en términos contextuales, en términos de completar el marco de actuación existente, sino en términos de entender el proyecto, su especificidad, desde una estricta clave arquitectónica implícita en la asunción de la realidad existente.
El patio acaba reconociéndose como una forma, labrada por el tiempo, capaz de soportar soluciones e intenciones arquitectónicas, que terminan llenándolo de contenido, en definitiva de enriquecerlo.
Según Norberg-Schulz, el patio es “un espacio arquitectónico entendido como una concreción existencial del hombre”
La plaza porticada, el claustro, el peristilo, el atrio, el patio, pueden en determinados momentos, entenderse por lo que tienen en común: encierran un lugar; o si se quiere, en lo que tienen en común como elemento relacionador entre la tierra y el cielo.
Se ha intentado en esta propuesta, reactivar el concepto de patio, actuar sobre un elemento arquitectónico antes que sobre un edificio. Desprenderlo de los significados tradicionales y acabar dotando a este espacio patio/plaza, de nuevas leyes “racionales”, que en cierto modo diluyan su valor como espacio, lo transformen en una señalada geometría y fuerte impronta, en la génesis de la intervención sobre este edificio.
El patio genera un doble edificio: uno abierto a él, y otro, superpuesto y cerrado al patio por galerías y soleado, el tiempo interviene de forma clara, se sucede en el modo de vivir este espacio.
Patio, calles interiores, pasajes.
Se trata de conseguir un enlace entre la calle/calles, un elemento urbano que registre los interiores de estos espacios. El patio gana así carácter simbólico a costa de su valor como un espacio a veces de vacío melancólico. Se le quiere hacer participar a la ciudad del edificio, a través de su patio, se hace fluir a la calle y volcarse al exterior con sutiles y drásticos cambios.
Se pretende conseguir una planta baja totalmente pública, que enlace la calle Ramón y Cajal con la calle Real de San Juan. Que las personas puedan entrar y pasar a través de él, sin ningún tipo de intimidación.
Las ciudades son lugares donde los edificios se comunican entre sí. Hay un diálogo entre edificio y calle. Un edificio debe hablar con la ciudad, hablar con la gente, compartir experiencias juntos. Un edificio tiene que contar una historia.
…la luz no basta hay que convertirla en tacto que adivina.
…discontinuo vacío, extenso, en lenta progresión hacia la sombra, que de pronto se llena de amenazante luz, deteniéndose el tiempo en los objetos.
El empleo de la luz natural, para conseguir diferentes sensaciones de espacialidad, hace necesaria su modulación. Se trata de un elemento muy dinámico, por su rápida variación en intensidad, orientación, etc.; es necesario filtrarla, cansarla, conseguir que nunca incida directamente sobre las obras.
Esta propuesta emplea lucernarios, luces laterales y luces indirectas, conseguidas mediante el uso de sucesivos y diferentes filtros; superficies de reflexión, etc.
Esta solución deberá combinarse con una propuesta de iluminación artificial, mediante fuentes difusas y puntuales.
La volumetría de esta propuesta es el resultado de conservar parcialmente el edificio existente, recuperando el espacio urbano como patrimonio, incorporando alternativas de resolución de las tipologías y del espacio público.
La solución ha pasado por convocar al silencio, estrategia fundamental para no interferir con el legado de la propia edificación existente, planteando la demolición parcial del edificio, sobre el que ya se ha intervenido para conseguir potenciar el patio/plaza y la invasión de lo público.
Se ha intervenido sobre otros elementos existentes, capilla de San Martín, reinterpretándola para convertirla en secuenciador necesario del patio/plaza y generar una nueva sucesión de espacios. Su tratamiento, depurando su envolvente hasta conseguir una volumetría nítida, definida por los planos limpios de su envolvente; así como el tratamiento cromático de la misma, en color rojo, generan un nuevo papel para ella dentro del espacio principal de la propuesta.
Para las circulaciones del museo, se ha planteado una respuesta que sea, más que a un hecho puramente funcional a un recorrido contemplativo, que se apoye en dos elementos urbanos, calles, que forman parte de su perímetro, procurando una distribución del paisaje interno de su arquitectura, con sus luces y sus sombras. La circulación organiza el espacio en formas variadas y dinámicas de forma tal que provoca sensaciones y deseos de repetir la visita y descubrir el edificio en su totalidad.
Así las cosas, aparecen cuatro volúmenes diferenciados, que junto con la parte oeste del edificio existente, con su fachada a la calle Ramón y Cajal y el patio/plaza completan esta propuesta.
El volumen paralelo al edificio principal, se interrumpe para que la calle Real de San Juan, tenga presencia en el museo, haciéndolo a través de un espacio público, lateral a ella que sirve de acceso a la escalera central del patio/plaza, al auditorio abierto y al pequeño graderío que lo completa.
La torre que alberga los núcleos de comunicación vertical y aseos, así como apartamentos para invitados, restaurante y cafetería en sus niveles superiores, se convierte en el hito visual de esta propuesta.
Se pretende conseguir un volumen texturado, en color próximo al negro-gris ceniza para su piel exterior, piedra volcánica, junto con elementos verticales de madera laminada, buscando un tono y un tratamiento capaz de crear una interpretación de la naturaleza en relación con el desarrollo de la ciudad; un bosque sensorial, un paisaje complejo o la evocación de los tratamientos de los patio canarios, que promueva además principio sostenibles.
Fachada: hormigón en color gris oscuro, texturado por su cara exterior, y vidrio, laminado-aislante, tipo cridecor o similar; elementos exteriores, costillas de madera laminada de abeto o pino, impregnado en autoclave, mediante proceso vacío-presión-vacío y tratamiento con sales. En la escuadría de estos elementos verticales dominará el fondo sobre el frente.
Interiores: solado general, granito gris, tipo Serena envejecido, de tres centímetros de espesor, colocado mediante un sistema técnico de pavimentación embebido en la solera, formada por nudos nivelables a los que acometen una red de galerías, para instalaciones y doble placa de cartón yeso.
Muros perimetrales de hormigón armado. Estructura interior de con hormigón armado y vigas y forjados para grandes luces; o estructura postensada del mismo material. Los forjados vistos por su cara inferior.
Divisiones interiores, doble placa de cartón yeso sobre estructura de perfiles de acero.
Carpinterías exteriores muy limpias, es decir con la menor escuadría, con rotura de puente térmico.
Iluminación desarrollo en un proyecto específico para esta instalación.
Climatización, bomba de calor. Las unidades necesarias, así como su sectorización se recogerán en proyecto específico. Las unidades centrales y resto de componentes, se dispondrán en la cubierta del volumen correspondiente a la torre, hito visual.
Presupuesto:
Presupuesto de ejecución material: 9.509.988,74 €
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